Desde luego muy recomendable.
Ayer me emocioné, no solo por la maravillosa música de Tchaikovsky sino por la belleza de toda la representación.
Un fastuoso decorado, obra del australiano Eamon D´Arcy nos trasladaba desde los jardines y el salón del palacio real al lago donde los cisnes nos deleitaban con armoniosa suavidad.
El muy laborioso vestuario, unos 110 trajes de Albena Gabueva del teatro Stanislavsky de Moscú, ubican la obra en la Belle Epoque, los juegos de luces de Gavan Swift y una pista de hielo de 14 toneladas que necesitan de 15 kilómetros de tuberías de refrigeración y más de 2.200 litros de agua.
Esta impresionante ingeniería no serviría de nada sin los 25 patinadores que reúnen entre todos unas 200 medallas de competición como Olga Sharutenko, Olena Pyatash, Vadim Yarkov o Andrei Penkine y que han tenido que tomar clases de arte dramático además de hacer el esfuerzo de patinar-bailar durante dos horas por representación.
No pierdas la oportunidad de disfrutar de esta maravillosa puesta en escena que ya han visto tres millones de espectadores en cinco continentes de esta compañía inglesa y con su director y coreógrafo Tony Mercer.
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