Todos vamos acumulando cosas que no tienen utilidad práctica pero sí sentimental.
Durante mis viajes a veces me traigo alguna taza, lápiz o dedal de la ciudad o país que visito.
Los tenía en cajas, pobrecillos, ocultos del mundo. Así que decidí que ya era hora de poder exhibir las cosas que me hacían sentir bien, que me trían recuerdos agradables sin que por ello, me ocuparan espacio, ni acumularan polvo, y este es el resultado:
El primero es una caja de madera que tenía de cuando se usaban los casetes...si, yo los llegué a usar, claro, le corté algunos espacios para dar mayor amplitud a otros y le puse una lámina de metacrilato con unos tornillos para guardar las cosillas del polvo. Las dos siguientes son dos marcos de Ikea baratos a los que les pegué una tiras de madera para darle profundidad y un papel e vinilo de fondo para colocar mis lápices, la mayoría, traidos de los múltiples viajes de mi buena amiga Carmen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario